CFC: las tres letras que pueden cambiar tu estrategia fiscal internacional

Cuando una empresa decide expandir sus operaciones fuera de su país de origen, entra en un terreno apasionante pero complejo: el de la fiscalidad internacional. Entre los conceptos más críticos se encuentra el de las CFC (Controlled Foreign Corporation) o Corporaciones Extranjeras Controladas.
Comprender este marco normativo es fundamental, porque puede marcar la diferencia entre una estructura internacional sólida y una que te exponga a doble tributación o sanciones fiscales.

¿Qué son las reglas CFC y por qué importan?

Las reglas CFC existen para evitar que los residentes fiscales de un país trasladen artificialmente sus beneficios a jurisdicciones de baja o nula tributación. En otras palabras, aunque una empresa esté constituida en el extranjero, tu autoridad fiscal local puede considerar que sus ingresos pertenecen a ti o a tu empresa matriz, si no se cumplen ciertos requisitos de sustancia y control.

Por ejemplo, si tienes tu negocio en México y decides abrir una filial en Dubái para facturar algunos servicios, la autoridad mexicana podría “nacionalizar” esos ingresos y gravarlos como si se hubiesen generado dentro del país.

Cuatro principios clave para cumplir con las reglas CFC

Para que tu estructura internacional sea legal, funcional y esté protegida frente a las normas CFC, debes asegurarte de cumplir con estos cuatro principios esenciales:

  1. Sustancia fiscal y económica:
    La empresa debe estar debidamente constituida, contar con una residencia fiscal formal, domicilio propio y al menos un empleado o presencia operativa real en el país de constitución.

  2. Propósito comercial auténtico:
    Más allá del domicilio, la entidad debe tener una actividad económica real: ofrecer servicios, producir bienes o desempeñar funciones empresariales legítimas.

  3. Documentación formal completa:
    Contratos, facturas, órdenes de compra y actas societarias deben reflejar operaciones reales. La forma sin sustancia no protege ante una auditoría internacional.

  4. Sede de dirección efectiva:
    Las decisiones estratégicas y operativas deben tomarse desde el país donde la entidad está registrada. De lo contrario, puede considerarse que la empresa es “dirigida” desde otra jurisdicción y, por tanto, sujeta a su fiscalidad.

Hazlo real, no solo legal

El principio rector de toda planificación fiscal internacional responsable es claro: haz las cosas reales, no solo legales.

Una estructura internacional efectiva no se basa en papeles, sino en operaciones genuinas, decisiones coherentes y documentación sólida.

En Montrust, ayudamos a empresas y empresarios a diseñar estructuras internacionales que cumplan con todos los criterios de sustancia, transparencia y eficiencia, protegiendo sus intereses sin comprometer la integridad fiscal.

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